El juego consiste en dividir una hoja de papel en cuatro partes, en los dos rectángulos superiores se coloca «Si» y «No», respectivamente, y «No» y «Si» en los inferiores. Luego se pone un lápiz en la línea vertical y se balancea otro lápiz, de forma horizontal, encima del primero.
La frase para convocar al supuesto demonio es: «Charlie, Charlie, ¿podemos jugar?» Si el lápiz apunta hacia la inscripción «Sí», es porque seguirá contestando preguntas. Sin embargo, la explicación es mucho más sencilla que una fuerza demoníaca hablando con nosotros, lógicamente.
Para que los dos lápices estén balanceados es necesario que el de arriba tenga su centro de gravedad, es decir donde se concentra su masa, exactamente encima del otro. Este sistema poco estable generado no es muy diferente de lo que sucede cuando una puerta se abre con el viento o una cortina se mueve.
El movimiento se debe a la forma en que está colocado el lápiz, que no le permite estarse quieto por la inestabilidad. Este juego es mucho más aterrador para las personas que otros métodos, debido a que no estamos tocando el lápiz.
En la bien conocida Ouija o el clásico latinoamericano «juego de la copa» es fácil pensar que alguno de los participantes está forzando las respuestas. Sin embargo, en este caso nadie está tocando al lápiz, lo cual no tardaría en aterrar aquellas mentes de pocas luces.
De todas maneras se puede generar el movimiento del lápiz con el más ligero movimiento o respiración. Está colocado de forma tan extraña sobre el otro que apenas lo contiene y cualquier cambio en el entorno puede hacer que el lápiz se mueva. Es por eso que el juego siempre funciona: siempre que pongas dos bolígrafos o lápices en esa posición se moverán.